A
principios del verano de 1956, la estrella del cine norteamericana
Marilyn Monroe pisó por primera vez suelo británico. Recién casada con
Arthur Miller y coincidiendo con su luna de miel, Marilyn llega a
Inglaterra para rodar EL PRÍNCIPE Y LA CORISTA, el film que le haría
compartir escena con el célebre Sir Laurence Olivier, legendario actor
británico de teatro y cine, que protagonizaba y dirigía la cinta.
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